El arte en cualquiera de sus manifestaciones es básicamente un acto comunicativo y como tal precisa de unos códigos, de unas reglas de comprensión implícitas o explicitas. He dicho. je, je.
En la relación entre lo pactado, entre las reglas del juego, y la libertad y creatividad del artista, se encuentra el verdadero valor de una experiencia estética. (Espero chema que leas esto).
El tango en ese sentido es un mundo altamente codificado. No es simplemente un baile, es una forma de "manejarse".
No deseaba asistir a un espectáculo para turistas y estuve preguntando por algo mas auténtico, mas arrabalero. Me indicaron dónde se organizaba una "Milonga".
Nada más llegar un mesonero se ofrece para ayudarme a encontrar mesa, me pregunta si estoy solo y al responderle que sí, me invita a compartir mesa con otro caballero que también había asistido sin compañía. Esto me extrañó pero tanto el mozo como él me explicaron que era algo habitual. Tardé poco en comprenderlo.
En una milonga todo está pactado, los hombres buscan a las mujeres con la mirada. Cuando encuentran a una mujer que se la mantiene, proponen el baile con un cabeceo (un leve gesto de cabeza, por si alguien no entendió), si ella no asiente, todo queda entre ellos (y en este caso yo no era consciente de si mi compañero de mesa era rechazado). En caso afirmativo, él se levanta y se acerca a su mesa para llevarla a la pista. Si el cabeceo tiene lugar con el hombre ya en camino y éste no es correspondido, siempre puede uno cambiar el rumbo hasta el baño y queda como un marqués.
A parte de todo esto, existen innumerables códigos sobre cómo se baila, la posición en la pista según tu calidad como bailarín, y cómo intimar con una chica con la que has bailado y con la que deseas continuar la noche, (sueles quedar con ella fuera del local, en la puerta o incluso en la esquina dónde no es vista por otros asistentes).
Todos estos códigos y muchos más influyen en la belleza del tango y sobre estas reglas se abre todo un mundo a la improvisación. Es algo increible.
Mi compañero de mesa, mi amigo Henzz, un alemán cincuentón enamorado del tango, es una máquina, mientras me explicaba todo esto sacó a bailar a unas seis o siete mujeres, y qué buen pico tiene mi amigo, a cada cual mejor.
Yo no pude hacer más que disfrutar del espectáculo y emborracharme...
En la relación entre lo pactado, entre las reglas del juego, y la libertad y creatividad del artista, se encuentra el verdadero valor de una experiencia estética. (Espero chema que leas esto).
El tango en ese sentido es un mundo altamente codificado. No es simplemente un baile, es una forma de "manejarse".
No deseaba asistir a un espectáculo para turistas y estuve preguntando por algo mas auténtico, mas arrabalero. Me indicaron dónde se organizaba una "Milonga".
Nada más llegar un mesonero se ofrece para ayudarme a encontrar mesa, me pregunta si estoy solo y al responderle que sí, me invita a compartir mesa con otro caballero que también había asistido sin compañía. Esto me extrañó pero tanto el mozo como él me explicaron que era algo habitual. Tardé poco en comprenderlo.
En una milonga todo está pactado, los hombres buscan a las mujeres con la mirada. Cuando encuentran a una mujer que se la mantiene, proponen el baile con un cabeceo (un leve gesto de cabeza, por si alguien no entendió), si ella no asiente, todo queda entre ellos (y en este caso yo no era consciente de si mi compañero de mesa era rechazado). En caso afirmativo, él se levanta y se acerca a su mesa para llevarla a la pista. Si el cabeceo tiene lugar con el hombre ya en camino y éste no es correspondido, siempre puede uno cambiar el rumbo hasta el baño y queda como un marqués.
A parte de todo esto, existen innumerables códigos sobre cómo se baila, la posición en la pista según tu calidad como bailarín, y cómo intimar con una chica con la que has bailado y con la que deseas continuar la noche, (sueles quedar con ella fuera del local, en la puerta o incluso en la esquina dónde no es vista por otros asistentes).
Todos estos códigos y muchos más influyen en la belleza del tango y sobre estas reglas se abre todo un mundo a la improvisación. Es algo increible.
Mi compañero de mesa, mi amigo Henzz, un alemán cincuentón enamorado del tango, es una máquina, mientras me explicaba todo esto sacó a bailar a unas seis o siete mujeres, y qué buen pico tiene mi amigo, a cada cual mejor.
Yo no pude hacer más que disfrutar del espectáculo y emborracharme...
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