Movido más por la incomprensión y la desilusión que por la rabia y el ánimo de venganza, dejaré aquí publicado para los miles de seguidores de este blog, la exposición de "los lamentables acontecimientos en los que me vi envuelto y de cómo me desembolví" (otra vez Les Luthiers).
Debemos remontarnos allá por mediados del mes pasado en Andoain (Guipúzcoa) cuando tras una nueva discusión con los músicos que trabajan conmigo en el espectáculo "Nostalgia", les invité amablemente a dejar el espectáculo. Trás una tensa conversación volvieron a Extremadura y al decidir no asistir a un bolo en Madrid dos días más tarde, la sustitución se realizó más rápidamente de lo que esperaba.
Resulta que ayer se presentan ambos a otra actuación que realizábamos a pocos kilómetros de donde ellos viven y después de algún intercambio de palabras desagradables, Diego, el guitarrista decide sacar un revolver y apretarlo contra mi estómago.
Bronca, agarrones, "te mato", "te mato yo a ti"... en fin, bastante desagradable.
Afortunadamente hubo testigos, la guardia civil lo detuvo y encontró el revolver en su maletero. Así que tendremos juicio y tiene las de perder.
¿En qué mundo vivimos? ¿Qué tipo de educación recibimos? ¿Qué valor le da cierta gente a las cosas?
Y en definitiva es el miedo de un pobre infeliz a no valer nada, a que no se le respete cuando su única forma de entender el respeto está asociada a la sumisión de los demás a sus antojos, su incapacidad de tolerar la frustración de una manera adulta, serena.
Un profesor mío de ética, en la facultad de filosofía, hacía mucho incapié en el concepto de "bella persona" como unión de los discursos éticos y estéticos en la comprensión de una vida digna de ser vivida. Esto, aunque pueda resultar algo pedante, ayuda a encontrar un respuesta a la pregunta de ¿porqué? debemos comportarnos bien con los demás independientemente de que nos pongamos de acuerdo en qué significa exactamente comportarse bien. La estética, que como ciencia que estudia la belleza nunca fue ajena a filtraciones morales, ha mostrado muchas veces la unión de tales consideraciones.
Pues bien, lo que pasó ayer podría definirse como ilógico, peligroso, infantil, patético o lamentable, pero si hay un calificativo que lo define perfectamente ese es el de... feo.
Lo que paso ayer fue muy feo.
Debemos remontarnos allá por mediados del mes pasado en Andoain (Guipúzcoa) cuando tras una nueva discusión con los músicos que trabajan conmigo en el espectáculo "Nostalgia", les invité amablemente a dejar el espectáculo. Trás una tensa conversación volvieron a Extremadura y al decidir no asistir a un bolo en Madrid dos días más tarde, la sustitución se realizó más rápidamente de lo que esperaba.
Resulta que ayer se presentan ambos a otra actuación que realizábamos a pocos kilómetros de donde ellos viven y después de algún intercambio de palabras desagradables, Diego, el guitarrista decide sacar un revolver y apretarlo contra mi estómago.
Bronca, agarrones, "te mato", "te mato yo a ti"... en fin, bastante desagradable.
Afortunadamente hubo testigos, la guardia civil lo detuvo y encontró el revolver en su maletero. Así que tendremos juicio y tiene las de perder.
¿En qué mundo vivimos? ¿Qué tipo de educación recibimos? ¿Qué valor le da cierta gente a las cosas?
Y en definitiva es el miedo de un pobre infeliz a no valer nada, a que no se le respete cuando su única forma de entender el respeto está asociada a la sumisión de los demás a sus antojos, su incapacidad de tolerar la frustración de una manera adulta, serena.
Un profesor mío de ética, en la facultad de filosofía, hacía mucho incapié en el concepto de "bella persona" como unión de los discursos éticos y estéticos en la comprensión de una vida digna de ser vivida. Esto, aunque pueda resultar algo pedante, ayuda a encontrar un respuesta a la pregunta de ¿porqué? debemos comportarnos bien con los demás independientemente de que nos pongamos de acuerdo en qué significa exactamente comportarse bien. La estética, que como ciencia que estudia la belleza nunca fue ajena a filtraciones morales, ha mostrado muchas veces la unión de tales consideraciones.
Pues bien, lo que pasó ayer podría definirse como ilógico, peligroso, infantil, patético o lamentable, pero si hay un calificativo que lo define perfectamente ese es el de... feo.
Lo que paso ayer fue muy feo.
