martes, 9 de octubre de 2012

Camagüey - playas de Santa Lucía

A lo cubano.

Para Santa Lucía no hay bus de extranjero por lo que puede ser una buena oportunidad de viajar como lo hacen los propios.

Este es el típo de experiencia que después te encanta contar como tremendamente enriquecedoras pero que en el fondo sabes que deseas no volver a repetir. 
Lo primero que consigo es una discusión con el chofer de un camión que pretende cobrarme diez veces más del precio habitual por un pasaje de Camagüey a las Playas de Santa Lucía. Decide irse sin mí y una trabajadora de la terminal a quién había invitado un rato antes a una hamburguesa me contacta con otro camión que me puede acerca cien kilómetros hasta un cruce desde el que tendré que buscarme la vida para hacer los sesenta restantes antes de que caiga la noche.
Precio del billete diez pesos mn (unos treinta y cinco céntimos de euro por los cien kilómetros)

Afortunadamente para mí está tan lleno que Yunaikel y Leonardo, los conductores me dejan viajar en la cabina y puedo ir hablando con ellos. Ganan unos tres euros al día haciendo cuatro veces ese trayecto. Les invito a unas cervezas en una de las paradas y me cuentan un montón de cosas sobre la vida en Cuba.

Después hubo suerte, un coche particular me llevó a Santa Lucía por tres pesos CUC (dos euros y medio)

A la vuelta no hubo tanta suerte. Camión de pasajeros pero atrás, unas sesenta personas en pocos metros y tres horas con mi cabeza contra la espalda de un señor mayor, mi costado izquierdo contra una chica y el derecho y mi espalda contra la chapa del camión ardiendo bajo el maravilloso sol de Cuba. Una experiencia única, esta sí. 


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